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De los tres proyectos reconocidos con el segundo lugar, tuvimos oportunidad de platicar con Alejandra Pérez de Celis, también estudiante de psicología, quien trabajó en el proyecto "Salud sexual y prevención de sida" en el estado de Oaxaca. Organizado por la institución Costa Unida por la Vida, este proyecto consistió principalmente en implementar talleres entre población de todo tipo con distintos grados de vulnerabilidad, como adolescentes,niños,niñas, universitarios y comunidades indígenas, con la ^nalidad de reducir el índice de contagio y hacerles llegar información de calidad. Al igual que Carolina y Andrómeda, Alejandra reconoce que tuvo que enfrentarse a muchos retos, entre ellos, la falta de recursos que enfrenta la pequeña.
El servicio Social también tuvo para ella un poder transformador y constituyó una fuente importante de reflexión: “Me di cuenta de que a pesar de las diferencias culturales, todos somos iguales, tenemos los mismos sueños (…) y de que las responsabilidad social implica ACTUAR todo el tiempo. Mucha gente piensa que ser responsable se reduce a dar dinero.”
Las tres estudiantes de psícología mantienen una posición muy crítica frente a la colaboración del gobierno en estos proyectos sociales. Quienes trabajaron en Chiapas hablan sobre la difícil relación histórica entre gobierno y las comunidades indígenas, lo que justifica la desconfianza que instituciones como Tzome Ixuk demuestran ante la posibilidad de trabajar en colaboración con el gobierno. Alejandra, por su parte, considera que en cuanto a temas como el de prevención del sida, “el gobierno pretende abarcar más, pero en calidad abarca mucho menos, pues la manera de llevar la información es mucho más pobre que la que podemos llevar nosotros como sociedad civil, trabajando cara a cara con la población". Carolina coincide con esta opinión, y la aplica al caso de la violencia de género en Chiapas: "el gobierno tiende a hacer programas desde el escritorio, pero con un gran desconocimiento sobre el funcionamiento de cada comunidad, su construcción, sus diferencias culturales, sus necesidades".
Para nuestras tres entrevistadas, en este sentido, el trabajo de la sociedad civil es insustituible, ya que las instituciones de asistencia privada tienen la capacidad de reconocer la riqueza de las diferencias culturales y pueden abordar de manera flexible y especializada cada problemática. En pocas palabras, la sociedad civil puede elaborar programas de gran calidad, en los que se reconozca el valor inflnito de cada persona. El esfuerzo es en ocasiones inconmensurable pero, para estas tres jóvenes, vale totalmente la pena.
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